"Para conseguir lo que uno quiere en la vida, uno tiene que creer en sí mismo y tiene que estar dispuesto a insistir en ello una y otra vez. Insistir. Insistir. Y volver a insistir".
Dale Carnegie.
Todo el mundo sufre. Algunos, poco; otros, mucho. Pero todos sufrimos en alguna medida. Ya sea física, psicológica, financiera, material, espiritual o emocionalmente. A todos nos toca el dolor, por lo tanto, hacer un esfuerzo por ser amable con los demás es un lujo que si nos podemos dar. Debido a que el sufrimiento es un hecho en nuestras vidas, cómo evitarlo es una pregunta errónea para hacernos porque la realidad es que es ineludible. Sin embargo, bien podríamos cuestionarnos: ¿cómo manejarlo o gestionarlo a fin de continuar avanzando con nuestras vidas?
Lo cierto es que existen extremos e increíbles casos de superación del dolor y sufrimiento, por ejemplo: el famoso físico y divulgador científico Stephen Hawkins, poseedor de numerosas obras y reconocimientos y que a pesar de vivir paralizado más de 50 años a causa del ELA (Esclerosis Lateral Amiotrófica) nunca se rindió y nunca dejó de creer en la belleza de sus sueños. Sin embargo, cabe preguntarnos ¿Qué tienen personas, como Hawkins por ejemplo, para que logren sobreponerse al dolor y a sufrimiento en tanto otras sucumben a él?
Primero: Abrazar el dolor, abrazar el sufrimiento; abrazar el proceso.
Es innegable que cuando sufrimos, sin importar el motivo que genera nuestro dolor y sufrimiento, no tenemos cabeza ni ganas de nada, que nadie nos hable, que nadie nos moleste; es más, a veces ni queremos ver la luz del sol porque hasta eso nos ofende. Sin embargo, el primer paso para salir de esa espiral y esa vorágine de sentimientos y sensaciones es reconocer con sinceridad y humildad que estamos pasando por una situación compleja en muchos sentidos y que estamos mal. Que necesitamos tiempo para sanar, deconstruirnos y reconstruirnos de nuevo. Que en lugar de negarlo es necesario abrazar todo eso que nos hace sufrir, reconocer que está presente en ese momento específico de nuestras vidas, que podemos aprender algo de ello y que es parte de nuestro proceso de crecimiento.
Segundo: Cambiar la perspectiva.
Muchas cosas nos afectan o benefician según sea la perspectiva con que las vemos. A partir de ahora la misión es aprender a ver las cosas con un enfoque o perspectiva diferente a como lo has venido haciendo hasta ahora. Las personas resilientes saben aprovechar al máximo sus experiencias personales para convertir las adversidades en ventajas. Las personas con alta resiliencia son firmes en sus posturas para enfrentar el sufrimiento; a diferencia de quienes lo suprimen, las personas resilientes utilizan el sufrimiento como motivo para lograr metas que valgan la pena. El detonante para desbloquear esta habilidad es plantearte en todo momento y situación dos interrogantes: ¿Qué? y ¿Cómo? Estas dos preguntas hacen que te vuelvas creativo y te obligan a replantear cualquier evento o suceso adverso y encontrar una solución a veces de forma simple, a veces de forma ingeniosa.
Los empresarios comprenden al detalle lo importante que es buscar soluciones a los problemas. En lugar de quejarse o evitarlos, aprenden a ver los problemas como oportunidades, saben reconocer que entre más grande es el problema, más grande es la oportunidad. Suma al cambio de perspectiva un ingrediente adicional, tu actitud. Tu actitud es un pequeño elemento que hace una gran diferencia. Puede ser que no seas empresario; tal vez sí un profesional de la salud, de las finanzas, docente o estás involucrado en actividades ingenieriles o un poco más creativas, tal vez en algo que poco o nada tiene que ver con el mundo de los negocios; sin embargo, puedes tomar ese rasgo distintivo -la perspectiva- que tiene todo empresario que se ha formado y preparado para ejercer sus labores, como una herramienta útil para mejorar y cambiar tu situación.
Tercero: Desarrollar tu resiliencia.
Las personas "resilientes" tienen la habilidad de recuperarse rápidamente de una crisis, un trauma, una ofensa moral o una situación difícil. Suelen aplicar un sistema interno de creencias, valores, y estrategias de éxito que les permite procesar su dolor y las situaciones negativas para seguir avanzando en lugar de quebrantarse cuando enfrentan la adversidad.
Según revista Psicología Hoy "Las personas resilientes se enfocan rápidamente en los retos e idean estrategias para enfrentarlos; ya sea pidiendo ayuda, perdonando, buscando recursos, aprendiendo nuevas habilidades, o encaminándose en rumbos más nobles. Apelan a su fuerza interior y reclutan recursos externos para seguir avanzando, y cambian sus expectativas futuras para acoplarse a la nueva realidad, ya sea la pérdida de un ser querido, un diagnóstico que transforma la vida o un devastador golpe financiero". Las personas resilientes proceden con acciones oportunas ante las noticias negativas. Entre más pronto lo hacen, más oportunidades existen para evitar daños mayores.
Cuarto: Pedir ayuda.
También es importante reconocer que hay momentos que, por mucho que lo intentamos, no podemos salir de ese ciclo de dolor y sufrimiento. En estos casos debemos ser sinceros con nosotros mismos y reconocer nuestra propia incapacidad para gestionar nuestro sentir y buscar ayuda. Nunca es malo pedir ayuda. Sobre todo si realmente estamos necesitados de ella. Una madre, un padre, un amigo que nos quiera y aprecie y verdaderamente se preocupe por nosotros, los abuelos o un especialista son fuentes inconmensurables de sabiduría y ayuda. Que nuestra arrogancia y nuestro orgullo no sean limitantes para solicitar ayuda cuando nos vemos imposibilitados de superar una situación difícil. Pedir ayuda engrandece a quien la solicita y ennoblece a quien la brinda.